ISABEL COIXET Y SILVIA MUNT
Según una base de datos de cine catalán[1], de 123 directores(as) de este país, solo hay 17 féminas, un escaso 14%; y de éstas solo dos que destaquen en el cine de largometraje. Ello dice mucho en cuanto a la preponderancia masculina en la producción cinematográfica, pero no en cuanto a su calidad, similar entre ambos sexos, aunque con más años y experiencia entre ellos, con lo cual tienen de momento terreno ganado. Por lo tanto las ventajas de los directores y las desventajas de las directoras, en cuando a productividad, son principalmente consecuencia directa del desigual desarrollo de la mujer en el mundo occidental.
Vamos a conocer aquí a dos directoras de cine procedentes de mundos artísticos radicalmente opuestos. Una proveniente del teatro y del ballet, Silvia Munt; y otra del sector publicitario, Isabel Coixet. Sus cines, ambos intimistas y dramáticos, son radicalmente distintos. Las técnicas cinematográficas y las puestas en escena delatan sus orígenes. Las dos hicieron sus cortos, documentales y TV movies.
Isabel Coixet Silvia Munt
Si en algo destacan en común es en el interés, esfuerzo y meticulosidad en la escritura y adaptación de los guiones. Saben escribir y contar historias, cuidando sus diálogos, la puesta en escena y, cámara en mano, todos los detalles en el rodaje de sus películas. Ambas directoras alientan a los actores para su total implicación en los personajes, dialogan con ellos y les dan tiempo para que asimilen sus papeles. Les dejan expresar e improvisar cuando están delante de la cámara, y “desaparecen” del plató para que trabajen en sosiego y florezca en ellos el espíritu creativo. La comunión entre directoras y actores es constante en las dos.
Los mundos que les gusta explorar son los íntimos de la pareja y sus comprometidas situaciones. Sus puntos de vista femeninos son reflejados en los guiones. Cómo reacciona el hombre frente a la mujer es una constante en los mismos. Ambas directoras describen la vida de sus personajes en los hogares y sitios de trabajo, adentrándose en las diferentes problemáticas, y en el devenir de sus existencias.
Los estudios psicológicos que en sus filmes hacen de la vida en común, desembocan en una enseñanza: la capacidad de cambiar de actitud es la base para superar los difíciles caminos de esta vida. Consecuentemente es loable ver las diferencias entre los personajes que ponen en escena, sus conductas, sus reacciones y sus maneras de afrontar y superar, o no, las dificultades.
Ambas, Isabel Coixet y Silvia Munt, experimentadas en documentales, cortos y televisión, son asiduas candidatas y ganadoras en los distintos premios de los Goya y demás festivales cinematográficos nacionales e internacionales. Se pueden consultar las biografías, menciones, premios y distinciones en Internet[2].
Por otra parte las diferencias entre ellas se concretan principalmente en los caracteres, las opuestas procedencias artísticas, y las desigualadas capacidades económicas entre ambas.
Isabel Coixet (1962) es más avispada, más imaginativa. Licenciada en Historia Contemporánea, procede del activo y muy competitivo campo de la producción publicitaria, en el que ella se ha convertido en un verdadero peso pesado internacional de esta industria, y con la cual ha sabido crearse un meritorio nivel económico que le permite plasmar su producción cinematográfica sin limitaciones financieras. Todo ello es una ventaja cuando se ha dedicado a producir largometrajes, pues tiene a su alcance todos los recursos técnicos y de puesta en escena que le son necesarios para reflejar su reconocida y meritoria capacidad artística, demostrada ya en su constante labor en el campo creativo-publicitario. Coixet escribe y dirige, pero no es actriz.
Por el contrario, Silvia Munt (1957) es más intelectual. Licenciada en Psicología, y Titulada en Ballet Clásico por la Royal Ballet de Londres, se cultiva básicamente en el ballet y como actriz y productora de teatro y televisión. Munt cuenta con menores recursos económicos (como ella dice “rasca de la vida”), pero ha demostrado que sabe crear cine en su primer largo, aunque no puede evitar la influencia del teatro. Munt tiene aún camino por recorrer. Su reto es aprovecharse de su experiencia en el arte teatral, y adentrarse aún más en el terreno cinematográfico, en la medida de sus posibilidades financieras, aunque, por descontado, esto no quita mérito alguno para hacer una producción, como la actual (Pretextos), de sobrada calidad para ser galardonada. Grandes directores han hecho obras de arte con pocos recursos.
“Dirigir es muy femenino porque hay que tener psicología y saber escuchar”, dice Silvia Munt. No le quito razón, y si al mismo tiempo le apasiona su trabajo, como lo demuestra, más futuro tiene en su haber. Munt, escribe, dirige e interpreta.
“Excusas para vivir”
Es interesante ver, a continuación, diferentes formas de enfocar la intimidad de las personas en dos filmes de referencia de estas autoras.
Pretextos, film de Silvia Munt, es un drama, no melodrama, en el que realiza la detallada descripción de unos seres refugiados en las evasivas (pretextos) para poder hacer frente a la vida cuando les falta amor. Excusas para vivir.
Seres con una cobardía latente, por falta de madurez, que les impide afrontar soluciones, como decidir la separación o recobrar el diálogo, solventar la relación con los hijos, encontrarse a sí mismos o huir de la traicionera monotonía, lo que les provoca una soledad de la que quieren evadirse. Cada uno de ellos se refugia en el trabajo, en las aficiones, en darse absolutamente a los demás, en los deslices o en la bebida… Los pretextos llegan a serles primordiales. ¿Qué sería de sus vidas sin pretextos?
En dicho film hay resonancias de Bergman, por la temática, y de Cassavetes por la incisiva mirada de la psicología de la mujer, así como de Wang Kar-Wai, por la atmósfera de ensoñación y tragedia en ciernes[3].
Como dice Silvia: “Detrás de la cámara estoy en tensión. Tensión que desahogo interpretando el personaje principal”. Es actriz, pero convertida ahora en flamante promesa como directora de largos deberá vencer la lógica tensión de la primera dirección y plasmar en mayor cuantía su propio estilo cinematográfico. Quiero adivinar que si sigue en esta trayectoria de esmero, va a superarse a sí misma en sus próximas producciones.
“La vida… ¡para vivirla!”
Mi vida sin mí, de Isabel Coixet, trata de una chica de vida humilde, subsistiendo en una monótona rutina diaria. Hasta que un día acude a una revisión médica y le descubren que le quedan escasos meses de vida.
¡Como le cambia la visión de su existencia!
¿Cómo será la vida sin ella?
Le queda poco tiempo para hacer lo que siempre, siempre quiso hacer.
Acepta su destino, pero comprende que debe vivir hasta el último aliento para satisfacer lo más anhelado por ella, y preparar cuidadosamente el futuro de sus seres para cuando ya no esté.
Isabel Coixet, directora y guionista, encontró este cuento de Nancy Kincaid en una librería, por casualidad, aunque cambió un hecho importante en la adaptación cinematográfica. En ella convirtió al personaje del relato en humilde heroína de la vida, pues no le contaba a nadie la proximidad de su muerte. De esta manera los podía ayudar y evitaba algo que creía innecesario: ir contándoselo a todo el mundo para causar compasión.
Es una historia triste, sin ser puramente dramática, llena de pequeños detalles que te hacen reír en escenas muy dolientes.
En el guión hay muchas cosas que no se dicen, están en el subtexto, lo que pasa entre la gente no se termina de contar: el propósito es que el espectador las descubra. Es un interesante entinema cinematográfico.
“Mi vida sin mí” es una película que se encuentra asistida con sobrados recursos técnicos (cámara lenta oportunísima, expresando alegría incontenida; cámara fija desplazándose lateralmente, para momentos de pensamientos íntimos; planos retardados; lluvia artificial en escenas románticas; etc.) que hacen las delicias de Coixet para plasmar sus pensamientos en el celuloide. Sin lugar a dudas hay ecos de Luchino Visconti en la puesta en escena, de la cual hace gala esta realizadora.
Básicamente Coixet en su cine intimista (ya se habla del “cine Coixet”) hace poesía de la vida, es más melancólica, y eleva fácilmente los sentimientos de los espectadores.
Munt, igualmente intimista, es más dramática e introspectiva en los personajes y describe las situaciones de una manera desnuda y sin florituras.
La una y la otra proporcionan su visión particular y estudiada del hombre. Sus puntos de vista femeninos son hartamente interesantes para el sexo opuesto.
Coixet ha producido ya seis largos intimistas, de corte más norteamericano. Denoto que sus últimas producciones se alejan del cine minoritario, para acercarse más a los grandes circuitos comerciales, pues está muy bien relacionada en el mundo del cine y, además, méritos no le faltan en sus obras. Mientras que Munt ha producido un solo film de largometraje que se acerca más al cine-arte europeo. Está empezando.
La trayectoria de Coixet en el cine es clara, va lanzada, reconociéndosela ya internacionalmente.
Por su parte Munt ha irrumpido recientemente en la cinematografía y habrá que esperar a sus futuras producciones para ver como evoluciona en cuanto a calidad y cualidades artísticas en este ámbito.
Sin lugar a dudas Coixet y Munt sirven de acicate para animar a las féminas catalanas en el séptimo arte, y de esta forma ayudar a equilibrar la desigual balanza entre sexos que existe en Cataluña. Ellas son buena muestra de ello y nos dan ejemplo con su cine creativo.
Juan Bertrán Brotons
[1]:
http://www.cinemacatala.net/DirectorsPublic.php¡Como le cambia la visión de su existencia!
¿Cómo será la vida sin ella?
Le queda poco tiempo para hacer lo que siempre, siempre quiso hacer.
Acepta su destino, pero comprende que debe vivir hasta el último aliento para satisfacer lo más anhelado por ella, y preparar cuidadosamente el futuro de sus seres para cuando ya no esté.
Isabel Coixet, directora y guionista, encontró este cuento de Nancy Kincaid en una librería, por casualidad, aunque cambió un hecho importante en la adaptación cinematográfica. En ella convirtió al personaje del relato en humilde heroína de la vida, pues no le contaba a nadie la proximidad de su muerte. De esta manera los podía ayudar y evitaba algo que creía innecesario: ir contándoselo a todo el mundo para causar compasión.
Es una historia triste, sin ser puramente dramática, llena de pequeños detalles que te hacen reír en escenas muy dolientes.
En el guión hay muchas cosas que no se dicen, están en el subtexto, lo que pasa entre la gente no se termina de contar: el propósito es que el espectador las descubra. Es un interesante entinema cinematográfico.
“Mi vida sin mí” es una película que se encuentra asistida con sobrados recursos técnicos (cámara lenta oportunísima, expresando alegría incontenida; cámara fija desplazándose lateralmente, para momentos de pensamientos íntimos; planos retardados; lluvia artificial en escenas románticas; etc.) que hacen las delicias de Coixet para plasmar sus pensamientos en el celuloide. Sin lugar a dudas hay ecos de Luchino Visconti en la puesta en escena, de la cual hace gala esta realizadora.
Básicamente Coixet en su cine intimista (ya se habla del “cine Coixet”) hace poesía de la vida, es más melancólica, y eleva fácilmente los sentimientos de los espectadores.
Munt, igualmente intimista, es más dramática e introspectiva en los personajes y describe las situaciones de una manera desnuda y sin florituras.
La una y la otra proporcionan su visión particular y estudiada del hombre. Sus puntos de vista femeninos son hartamente interesantes para el sexo opuesto.
Coixet ha producido ya seis largos intimistas, de corte más norteamericano. Denoto que sus últimas producciones se alejan del cine minoritario, para acercarse más a los grandes circuitos comerciales, pues está muy bien relacionada en el mundo del cine y, además, méritos no le faltan en sus obras. Mientras que Munt ha producido un solo film de largometraje que se acerca más al cine-arte europeo. Está empezando.
La trayectoria de Coixet en el cine es clara, va lanzada, reconociéndosela ya internacionalmente.
Por su parte Munt ha irrumpido recientemente en la cinematografía y habrá que esperar a sus futuras producciones para ver como evoluciona en cuanto a calidad y cualidades artísticas en este ámbito.
Sin lugar a dudas Coixet y Munt sirven de acicate para animar a las féminas catalanas en el séptimo arte, y de esta forma ayudar a equilibrar la desigual balanza entre sexos que existe en Cataluña. Ellas son buena muestra de ello y nos dan ejemplo con su cine creativo.
Juan Bertrán Brotons
[1]:
[2]: http://es.wikipedia.org, http://www.google.es, http://www.filmaffinity.com/es/main.html,
http://www.imdb.com, http://www.academiadecine.com/
[3]: Acertada referencia de J. Sardá (El Cultural 12/06/2008-pág. 23)
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